En una entrevista laboral, existen muchos factores que pueden influir en la decisión que tome el entrevistador. No sólo analizan nuestro curriculum vitae y nuestra imagen, sino también qué decimos y sobre todas las cosas, cómo hablamos.
Nuestro vocabulario puede ser amplio y correcto, nuestra experiencia suficiente, pero el lenguaje corporal es una cuestión de suma importancia en la actualidad. Generalmente, no notamos los movimientos que realizamos mientras hablamos. Mucho menos tenemos consciencia de las caras que ponemos a medida que conversamos con alguien. Otras veces, ocurre que no nos movemos, el cuerpo está rígido mientras respondemos las preguntas que nos realizan. Todas estas respuestas que nuestro cuerpo ofrece son producto de lo que verdaderamente sentimos durante la entrevista laboral: nervios, incertidumbre, ansiedad, etcétera.
Un buen ejercicio para practicar antes de las entrevistas es hablarle a un espejo. Esto nos ayudará a saber cuáles son nuestros gestos habituales y nos permitirá corregir los errores que podamos llegar a tener. Es imposible tener un control total de nuestro lenguaje corporal, pero podemos conocernos mejor a nosotros mismos.
Existen gestos y posturas que inconscientemente transmiten determinadas sensaciones, que pueden ser de seguridad, de miedos, de honestidad, y es posible coordinar nuestro lenguaje verbal con dichos gestos para lograr nuestro objetivo: obtener el empleo.
